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<p>No es la desesperación lo que mata, es la esperanza mal colocada. El amor, cuando falla, no deja huella por el sentimiento en sí, sino por lo que uno esperaba del otro. Los mercados funcionan igual. No se hunden por una mala noticia, lo hacen por una mala confianza, por creer que el refugio era sólido cuando solo era cartón piedra pintado de hegemonía.</p>