BYD no es el único ejemplo de la pujanza china: ocurre lo mismo en la industria fotográfica

by LA FUENTE MEDIA GROUP
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La industria fotográfica siempre parece en crisis, pero nunca termina de morir. La universalización del smartphone recrudeció el vaticinio de una extinción inminente, pero de momento sólo ha empujado a los fabricantes a innovar más y mejor (véase el caso de Fujifilm con su compacta de medio formato). GlobalGrowthInsights estima que en 2024 esta industria facturó 93.270 millones de dólares (casi 80.000 millones de euros al cambio actual) en una suma que incluye a los fabricantes de cámaras, objetivos y accesorios.

Sony, Canon, Fujifilm, Nikon y Panasonic se reparten la inmensa mayoría de los ingresos. Todas tienen en común su origen nipón, aunque sus aproximaciones difieran sutilmente. Hoy por hoy, Sony y Canon son como el Madrid y el Barça, dominadores hegemónicos; una histórica como Nikon remonta poco a poco tras coquetear con el descenso; Fujifilm ha hilvanado una estrategia comercialmente efectiva para atraer a influencers y amateurs; y Panasonic se mueve como pez en el agua en el subgénero del vídeo. Desde Wetzlar, Alemania, Leica juega a otra cosa: con menos potencia de fuego e ingresos muy por debajo de los gigantes japoneses, es la única compañía europea que aún fabrica cámaras con tiradas grandes (incluidas las telemétricas M), diseña sus objetivos más modernos con un estándar de calidad inigualable y aplica en consecuencia un precio bastante más elevado al producto.

En los últimos años, sin embargo, algo se cuece en China. Lejos quedan los tiempos en que el fotógrafo arqueaba la ceja al oír hablar de esos objetivos baratos, fallones y plasticosos creados por marcas con nombres imposibles. El listón ha subido y las sospechas se han diluido. Un ejemplo claro de esta transformación es el de Viltrox, con sede en el hub tecnológico de Shenzhen y dos novedades recientes (un 135 milímetros 1.8 y un 35 milímetros 1.2) que han sumido en el estupor a algunos de los reviewers más reputados de Youtube: ¿Cómo es posible que estos objetivos compitan en prestaciones con la flor y nata de las casas niponas a un importe bastante inferior?

Otra referencia es la de Light Lens Lab. Algunos acusan a esta marca de copiar y pegar lo que otros hicieron en la antigüedad fotográfica y ya no queda sometido a la protección de la propiedad intelectual, pero hay quienes ven el vaso medio lleno: gracias a LLL es posible acceder a réplicas de objetivos de coleccionista sometidos a una serie de interrogantes, desde su estado de forma (polvo, hongos) hasta el precio, ya que las piezas más raras cotizan por cantidades astronómicas. Un Elcan 50 milímetros f2 se vende a 698,95 euros (más IVA, más aranceles), mientras que el original, fabricado por Leica Canadá para fines militares y agencias como la CIA a comienzos de los años setenta, apenas contó con unas 200 unidades cuyo precio en una subasta o en plataformas como eBay ronda los 25.000 euros.

TTArtisan (también ubicada en Shenzhen) arranca unanimidad entre los especialistas y es la reina de la relación calidad/precio. Su loado 75 milímetros f2 en montura Sony y Nikon cuesta 220 euros, un PVP casi de broma en una industria inflacionista, y el año pasado la marca se atrevió con una réplica del mítico Zeiss Biotar 75 milímetros f1.5 (349 euros) para aquellos que quieran un desenfoque más nervioso y pictórico en el género del retrato.

La cosa no queda ahí. 7Artisans, Venus Optics (Laowa), Meike, Brightin Star, AstrHori y Pergear atacan con distintas filosofías y el común denominador del precio amigable un bolsillo que busca ópticas fijas de buena calidad sin desangrar los ahorros. En este ámbito ocurre a menor escala lo mismo que en la industria del automóvil. Donde antes pitaba Tesla, ahora pita BYD. Y, tras ella, toda una cohorte de propuestas complementarias.





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