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<p>En materia de políticas sociales, la creación del Ingreso Mínimo Vital (IMV) en 2020 fue probablemente la política estrella del gobierno desde 2018. Con sus posteriores ampliaciones, la vocación del IMV era la de servir como una base común que sustituyese parcialmente al tremendamente ineficiente sistema de rentas mínimas autonómicas que, con honradas excepciones, mostraban resultados vergonzosos. En ese sentido, las expectativas estaban altas, lo que generó une buena dosis de frustración cuando hace un par de años la <strong>Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef)</strong> emitió su primera opinión sobre el IMV.</p>