<p>El mercado de bonos ha vuelto a dar un toque de atención al mandato de Donald Trump como ya hiciera a principios del mes de abril cuando desató una guerra arancelaria que sigue en pausa (hasta principios de julio previsiblemente). La última hora de un mercado de renta fija cada vez menos estanco es que la rentabilidad de los bonos a más largo plazo sigue disparada. Y esto es consecuencia de caídas en su precio, es decir, de las ventas que los inversores están haciendo del tradicional <i>treasury </i>estadounidense que se prolongan ya por semanas. El foco del mercado está en este momento puesto sobre la deuda a 30 años, a quien cada vez se le exige más. Ya batió la cota del 5% el pasado lunes y <strong>este jueves marca máximos por encima del nivel del 5,1%, que son máximos que no se veían desde el año 2007, en plena crisis financiera</strong>. Desde el día después al 'Liberation day' el pasado 2 de abril, su rentabilidad escala casi 70 puntos básicos, desde el 4,4%, una auténtica barbaridad para el mercado de deuda, mucho más calmado por tradición que la renta variable.</p>