En el búnker de la sanidad pública de Amancio Ortega: "Queremos ser una herramienta de servicio social"

by LA FUENTE MEDIA GROUP
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Al hospital de Santiago todo el mundo lo llama Chus. Es en realidad el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago, pero el acrónimo lo hace más cercano. Ana María Carballo, la jefa del servicio de Oncología, muestra el día a día de su departamento, por desgracia casi siempre a plena capacidad. Son uno de los 3.000 hospitales que vio renovado su equipo de tratamiento y diagnóstico hace años gracias a la Fundación Amancio Ortega; una donación que despertó críticas de algunos partidos: "No se puede consentir que la salud de nuestros hijos o de nuestros padres dependa de un multimillonario", "una democracia digna no acepta limosnas de millonarios", llegó a decir Pablo Iglesias en prime time en El Hormiguero.

Una discreta placa de la Xunta de Galicia en el acceso al servicio de Oncología del Chus agradece la donación. También Carballo. La veterana doctora enseña con orgullo el aparato donado por los Ortega, pero su mente está en otro lado, cruzando la calle. Unos operarios rematan allí la obra de un edificio algo particular y que tiene ilusionada a Carballo y a su equipo. Por fuera parece una construcción bastante normal, de líneas modernas y amables, pero por dentro esconde un gigantesco búnker de hormigón, su corazón secreto.

Es especial, aunque no único en el país. Es uno de los 10 que se están construyendo, casi de forma simultánea, en distintas comunidades autónomas. Va a albergar un delicado acelerador de protones que situará a la sanidad pública española a la vanguardia del tratamiento contra el cáncer. El búnker del Chus es el que va más avanzado: estará en funcionamiento en 2026. El resto -en Andalucía (Málaga y Sevilla), Cataluña (dos en Barcelona), Madrid (dos equipos), Comunidad Valenciana, Canarias (Gran Canaria) y País Vasco (Vizcaya)- lo harán de forma escalonada hasta 2028.

Maruxa Pérez, Nuria Rodríguez de Dios y Concepción Victoria, facultativas especialistas en oncología radioterápica, recorren las obras de la que será su oficina. Las tres han sido seleccionadas para integrar la plantilla del futuro Centro de Protonterapia de Galicia. Se presentaron voluntarias. Están en fase de formación para utilizar el nuevo equipo, que se fabrica en Bélgica y está previsto que llegue a su hogar, este inmenso búnker de 10.000 toneladas de hormigón, en el tercer trimestre del año. La protonterapia, explican, está especialmente indicada para el tratamiento del cáncer en niños y para aquellos tumores de difícil acceso y es la tecnología disponible más precisa y más avanzada dentro de la radioterapia. Es muy efectiva en casos complejos, lo que no significa, aclaran las facultativas, que los pacientes que no reciban un tratamiento con protones estarán siendo peor atendidos que los que sí lo hagan.

En octubre de 2021, hace ya cuatro años, la Fundación Amancio Ortega acordó con el Gobierno de España y varias comunidades instalar esos diez aceleradores de protones en el sistema público de salud (actualmente sólo existen dos en funcionamiento en todo el país, uno de la Clínica de Navarra en Madrid y otro de QuirónSalud, en Pozuelo de Alarcón). La fundación del dueño de Inditex financia los equipos con una donación de 280 millones de euros y las administraciones, el grueso de las obras. En el caso de Santiago, por ejemplo, la Xunta de Galicia ha invertido 20 millones en el edificio que recorren ahora Pérez, Rodríguez y Victoria, y el resto, hasta los 45 millones de presupuesto total, ha corrido a cargo de la Fundación Amancio Ortega. Se calcula que podrá tratar a unos 250 pacientes cada año, tanto de Galicia como de las limítrofes como Asturias y Castilla y León.

Se cumplen este agosto dos años desde que Flora Pérez, esposa de Amancio Ortega, asumió la presidencia de la fundación creada en 2001, en paralelo a la salida a Bolsa de Inditex. Pérez se unió a ella en 2003 y desde 2005 había ejercicio como vicepresidencia, cargo que ahora ocupa su hija Marta Ortega. El fundador del imperio de Zara sigue formando parte de su patronato, pero la impronta de Pérez como presidenta se ha dejado notar a la hora, por ejemplo, de acelerar proyectos como el despliegue de la red de protonterapia.

El proyecto es novedoso, pero no sólo desde el punto de vista médico. Ha supuesto una poco habitual colaboración publico privado entre la fundación empresarial, el Ministerio de Sanidad y los gobiernos de todas las CCAA implicadas, de diversos colores políticos. Los centros estarán interconectados. Antonio Conde, jefe de servicio de Radioterapia del Hospital La Fe de Valencia, lidera la nueva Plataforma Multidisciplinar de Protonterapia (SPromp) que se ha creado para coordinarlos, y que integra también a los privados que ya operan. "Para que exista equidad no tiene que haber ninguna pérdida de oportunidad y se tienen que crear circuitos de derivación de pacientes realistas", explica a Actualidad Económica.

Flora Pérez tiene claro hacia dónde debe ir la fundación que preside: "Trabajamos con perseverancia para hacer todos los días las cosas un poco mejor, con solidaridad y una visión clara, y con el sincero y profundo deseo de ofrecer oportunidades a todas las personas", explica. "Esperamos que nuestra vocación de acompañamiento a los servicios públicos y a las organizaciones de la sociedad civil contribuya a la creación de una sociedad mejor, más inclusiva y empática", añade. "Para todos los que formamos parte de este patronato, es un verdadero honor poder contribuir a esos objetivos, haciendo de nuestras acciones y proyectos una herramienta de servicio social".

La inminente entrada en funcionamiento de esta red de protonterapia, no es la única iniciativa que la fundación tiene a punto de caramelo. En A Coruña, la residencia de ancianos de Eiris, con capacidad para 150 residentes y diseñada por arquitecta Elsa Urquijo, está a punto de abrir también sus puertas. Es una de las siete que está construyendo y dotando la fundación en Galicia (con capacidad para 900 residentes) entre Vigo, Coruña, Lugo, Santiago, Pontevedra y Ferrol y pasan a integrarse a la red pública de residencias.

Desde el Chus, la doctora Carballo mira por la ventana y supervisa el avance de las obras del búnker. Maruxa, Nuria y Concepción recuerdan que el edificio está diseñado de tal manera que, si es necesario, pueda albergar algún día un segundo acelerador de protones.





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