Raúl Mínguez (Madrid, 1975) es el director del Servicio de Estudios de la Cámara de Comercio de España, cargo que compagina con el de subdirector de la Cátedra Nebrija-Santander en internacionalización de empresas y con ser vocal del Consejo Superior de Estadística. Especialista en comercio exterior -su tesis doctoral versó sobre el acceso de las empresas a los mercados internacionales-, ha sido profesor en la Universidad San Pablo CEU y muestra preocupación por "la desconfianza" que impregna a los hogares, que consumen menos, pero también en las empresas, que paralizan sus decisiones de inversión.
- Uno de los ejes de actuación de la Cámara consiste en fomentar la productividad y la competitividad de las empresas… ¿Sigue siendo una asignatura pendiente de la economía española?
- Los economistas siempre señalamos que la productividad es fundamental en el crecimiento a medio y largo plazo de los países, por eso hay un particular énfasis. Gracias a las mejoras de la productividad se puede reducir la jornada laboral y no al revés, se pueden incrementar los salarios, se pueden abordar exportaciones a otros mercados… porque es la clave del crecimiento a largo plazo de los países. En España la productividad no ha seguido una trayectoria acorde a la de otros países de nuestro entorno. Medida por ocupado ha registrado crecimientos inferiores al 1%, mejorable si nos comparamos con Estados Unidos y con otros países punteros dentro de la UE y eso lo que nos hace es perder posiciones en renta per cápita. Es una productividad estancada y la perspectiva es que no vaya a acelerarse sustancialmente.
- ¿Por qué no?
- Está la productividad física, la productividad laboral y la productividad tecnológica. En la física harían falta inversiones en infraestructuras; previsiblemente ahora con lo que queda de este año y el que viene hasta agosto, se tienen que aplicar los fondos Next Generation EU, en los que todavía queda bastante camino por recorrer, es un reto país, y se supone que sí imprimirá una inyección positiva en términos de productividad.También está la necesidad de invertir en defensa, hay que ver dónde se derivan esas inversiones pero en principio también deberían suponer un vector de incremento de la productividad. Pero hay una carencia en términos de infraestructuras o de inversiones porque el Presupuesto General del Estado está prorrogado.
- ¿La prórroga presupuestaria afecta a la productividad?
- Puede ser, al final son unos Presupuestos que se diseñaron hace ya 3 años con unas condiciones totalmente distintas. Estábamos todavía prácticamente en la salida de la pandemia, las necesidades eran distintas. Entonces, aún con los ajustes que se van introduciendo en el gasto e inversiones, ese ejercicio más pausado, estratégico, que acompaña siempre a los Presupuestos no existe, no se ha producido, y eso, combinado con otras cuestiones, da lugar a que esa productividad pudiera tener un desarrollo mejor del que está teniendo.
- Ha mencionado los fondos Next Generation, ¿cree que realmente han transformado el país?
- Todavía queda mucho por ejecutar, estamos todavía lejos de alcanzar todo su potencial e incluso de evaluarlo. En muchos programas falta información, pero probablemente la parte más interesante es la de las reformas más que la de las inversiones. Ahí yo creo que todavía hay mucho margen y deberíamos recoger más ganancias de las que se han recabado hasta ahora en términos de productividad.
- Existe una brecha entre el buen desempeño macroeconómico y la percepción de los hogares, ¿sucede también con las empresas?
- Sí, al final esa brecha existe también en las empresas. Cuando las preguntamos sobre cuáles son los condicionantes de su actividad, su primera respuesta es siempre la incertidumbre, que lleva aparejada la pérdida de confianza, lo mismo que sucede con los hogares. ¿Y qué pasa con la incertidumbre? Pues que provoca paralización, deciden esperar. La incertidumbre ha aumentado muchísimo a nivel global y en España también. Ahora mismo está en niveles superiores a los que hubo durante la pandemia, es decir, que vivimos una situación extraordinaria. Esa desconfianza impregna en los hogares, que consumen menos bienes -sobre todo, duraderos- y en las empresas, que retienen sus decisiones de inversión.
- ¿Cuáles son los factores que están detrás de esa incertidumbre?
- Primero, la geopolítica. Antes la veíamos como algo exógeno, ajeno, entre comillas, no veíamos que pudiera tener una influencia tan sustancial como la que está teniendo y puede tener hoy en día en la economía española. Estados Unidos ha sido el principal acicate de esa incertidumbre a nivel internacional, no sabemos qué va a pasar con los aranceles, no sabemos cómo puede condicionar la política fiscal, qué va a pasar con los gastos en defensa… Y en España las empresas son muy conscientes de esto y también de lo que puede suceder en el campo energético. Y luego, en clave nacional, también hay una incertidumbre desde el punto de vista político-económico, en parte por la ausencia de unos Presupuestos Generales del Estado que impide que las decisiones de política económica sean las más eficientes.
"La desconfianza impregna en los hogares, que consumen menos bienes -sobre todo, duraderos- y en las empresas, que retienen sus decisiones de inversión"
- ¿Cómo están viviendo las empresas los problemas de absentismo y falta de mano de obra?
- Ese es un grandísimo reto y de difícil respuesta. Se ha producido un aumento sustancial de la población. Hoy el 20% de la población que vive en el país ha nacido fuera de España, cuando hace apenas 30 años no eran ni el 1%. Es un reto para el país absorberla. Lo cual da lugar a que haya una presencia de mano de obra en algunos sectores, pero, paradójicamente, en otros hay una absoluta escasez de mano de obra, sobre todo en algunos territorios y para algunas profesiones muy localizadas, como agricultura, industria agroalimentaria, transportes, turismo, algunas actividades de los hogares o vinculadas a la tecnología. Son perfiles muy diversos los que se demandan. Evidentemente los flujos migratorios pueden paliar el problema, pero no pueden resolver todo y, desafortunadamente, la natalidad está en los niveles en los que está, muy mejorables. Además las políticas demográficas han mostrado poca efectividad en otros países, apenas pueden aumentar la tasa de fecundidad en alguna décima, pero no es un incremento sustancial. La demografía es un problema que está para quedarse, en el que la tecnología y la productividad pueden ayudar mucho.
- ¿Estamos preparados para competir en la atracción de talento de otros países?
- Creo que España es una de las grandes economías del mundo, en términos de renta per cápita, de protección social… Siempre va a ser un polo de atracción de migración, además en nuestra posición en Iberoamérica tenemos una oportunidad, ya que su capacidad de inserción en el mercado laboral o en la sociedad, es más fácil que en otras zonas. La posición intermedia y de puente con África también puede ofrecer alguna oportunidad. Los indicadores también muestran que España siempre es un lugar atractivo por distintos frentes.Vamos a recibir casi 100 millones de turistas. Yo creo que España está bien situada.Otra cosa es hasta qué punto las políticas faciliten la absorción de ese flujo que puede poner en marcha una serie de tensiones en las políticas del Estado de Bienestar.
- ¿Puede dejar de ser el sector exterior tractor de nuestro crecimiento con la incertidumbre actual y la política comercial de Donald Trump?
- Desde la crisis financiera de 2008 la empresa española asumió, ante la debilidad de la demanda doméstica, la necesidad de salir al exterior y se abrieron nuevos mercados que, una vez que se retomó el pulso interno, no se replegaron como había sucedido en otros periodos de la historia reciente. Hubo una internacionalización un poco más sofisticada, no solamente se refirió a los bienes y al turismo, sino también cada vez más a servicios no turísticos; y además se hizo de un modo multisectorial y por tamaño de empresa, es decir, que no solamente eran los grandes líderes, sino que fue ampliándose el espectro de empresas exportadoras también a las pymes, incluso algunas por la vía de la exportación indirecta a través de las cadenas globales de valor. Esta tónica ha permitido a España acumular desde hace más de 13 años superávit por cuenta corriente, capacidad de financiación frente al exterior, que es inédito. En 2021 aproximadamente dos terceras partes del crecimiento se debió a la demanda externa; en el año 2022, una tercera parte, y después ha ido perdiendo poco a poco importancia: ahora estamos hablando de apenas unas décimas de aportación, incluso en algunas estimaciones recientes se estima que su aportación de cara al futuro podría ser nula o incluso restar. En este escenario, es cierto que vamos a vivir un nuevo escenario distinto con unos aranceles mayores, con un incremento en la en el proteccionismo comercial que ha sido iniciado por Estados Unidos y que genera reacción en el resto de paíes. De hecho, el arancel medio global a nivel mundial está incrementándose desde principios de año.
- ¿Cuáles son los sectores más perjudicados?
- Industriales. Estamos hablando de la industria agroalimentaria, de bienes de equipo, automoción, siderúrgica, farmacéuticas, industria química…La última encuesta de Actividad Empresarial del Banco de España hizo una evaluación de cuáles serían esos impactos en términos de sectores por empresas y constató que alrededor del 30% de las empresas sí que se iban a ver influidas por los aranceles, con diferencias notables. En la industria serína el 60% de las empresas, aproximadamente. Y también se pueden ver afectados los servicios, porque proveen de actividad a las ramas industriales, por ejemplo de servicios de transporte, comerciales, de logística, reparación, venta… Entre el 10 y el 15% de las empresas de esas ramas están preocupadas por el impacto.
- ¿Las empresas ya están buscando mercados alternativos?
- Sí, es una de las medidas que están llevando a cabo. La más frecuente sería el traslado de una parte de ese incremento arancelario a a los precios, es decir, que al final se traslada al comprador. Desde el punto de vista importador, se están diversificando las cadenas de suministro, buscando otros proveedores… El efecto de los aranceles supondrá una ralentización en la actividad y al tiempo una bajada en la inflación.
- ¿Una bajada?
- Sí, porque evidentemente hay menos actividad económica, menos tensión en términos de precios. Además, en esta escalada del conflicto comercial, China tendrá tendrá cierta necesidad de colocar sus productos en otros mercados, lo que supone bajar precios porque tendrá un sobreestocaje de productos que antes iban a Estados Unidos. Entonces, vamos a importar deflación. España tiene una exposición relativamente modesta al mercado norteamericano y, por lo tanto, en principio no va a ser inflacionario para nosotros.
Las dos últimas…
- ¿Alguna vez ha suspendido una asignatura para septiembre?
- Nunca, de hecho acabé la carrera antes.
- El sitio en el que veranea, ¿está ya saturado de turistas?
- No, mi destino es el Valle del Tiétar, en Ávila, sin perjuicio de que a lo mejor luego me voy unos días a la playa en contra de mi voluntad. Pero el Valle del Tiétar, que es donde vive mi familia y mis amigos, está bien.