La reciente ola de redadas migratorias ejecutada por el gobierno de Donald Trump ha intensificado el temor y la incertidumbre entre las comunidades inmigrantes de Estados Unidos, especialmente en ciudades santuario como Los Ángeles, donde los arrestos han alcanzado niveles sin precedentes.
Durante los últimos meses, el país ha sido testigo de arrestos insólitos, muchos de ellos sin antecedentes penales ni procesos judiciales claros, como parte de una campaña de deportación masiva que ha impactado incluso a personas que llevan décadas asentadas en sus comunidades.
Uno de los casos que más ha conmocionado a la opinión pública es el de Carol, conocida en su pueblo de Kennett, Missouri, como una figura querida por todos tras casi 20 años sirviendo en un diner local. Su nombre real, Ming Li Hui, salió a la luz tras ser detenida por agentes de inmigración y permanecer más de un mes encarcelada. Aunque fue liberada el 4 de junio gracias a un programa de refugio temporal, su situación migratoria sigue en riesgo. “De ninguna manera estamos a salvo”, declaró su abogado Raymond Bolourtchi al New York Times.
Los testimonios se multiplican. En Los Ángeles, una ciudad símbolo de resistencia migrante, las redadas del pasado fin de semana provocaron escenas de angustia en fábricas, cafeterías, tiendas, iglesias e incluso escuelas. Uno de los casos más alarmantes es el de Martir García-Lara, un niño hondureño de 9 años, detenido junto a su padre. Ambos fueron trasladados a Texas, donde permanecen retenidos y sin derecho a abogado ni audiencia judicial.
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La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, denunció que lo ocurrido “no tiene precedentes”, al narrar el caso de una mujer guatemalteca que lleva días buscando a su esposo, detenido en una fábrica textil. También relató cómo una familia entera fue arrestada al presentarse voluntariamente a una cita con el Departamento de Inmigración para regularizar su estatus.
Las imágenes de la redada en la fábrica Ambiance Apparel, en el centro de la ciudad, se volvieron virales. Allí fueron detenidas más de 100 personas. Entre ellas Mario Moreno y Jacob, padre y hermano de Yurien y Gabriel Contreras, quienes denuncian que no han podido comunicarse con sus familiares. “Nos están secuestrando”, afirmó Yurien en una rueda de prensa.
José Ortiz, otro detenido, llevaba 18 años trabajando en esa fábrica. Su hija, Saraí Ortiz, expresó: “Él entregó su vida a esta comunidad y a su trabajo. No es justo lo que están haciendo”.
Según cifras del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), 118 personas fueron arrestadas esta semana. Muchos de ellos sin historial delictivo, como reconoció Tom Homan, actual zar fronterizo de Trump, quien ha amenazado incluso con detener a autoridades locales que interfieran con los operativos.
El gobernador de California, Gavin Newsom, respondió con un fuerte mensaje: “Quita tus manos de encima de esta pobre gente que solo quiere vivir en paz. Ven a por mí. Arréstame si quieres. Pero déjalos vivir”.
Mientras se redobla la presencia militar con Guardia Nacional y marines en las calles de Los Ángeles, el miedo se ha convertido en el denominador común de miles de familias que ya no saben si salir de casa, enviar a sus hijos al colegio o asistir a sus lugares de trabajo.
El Mundo
Por: Itzel Olivo